Nueva Zelanda, en maorí, Aotearoa o "tierra de la gran nube blanca", son nuestras antípodas y es un país de una belleza sin igual, llena de grandes contrastes. A lo largo de Nueva Zelanda, podremos encontrar de todo, desde zonas naturales vírgenes hasta una rica cultura. Imponentes montañas y fiordos cubiertos de bruma. Serenidad en tranquilas bahías con playas de arena doradas. Nuevos amigos en relajados pueblitos de encanto.

Por su aislamiento geográfico se desarrolló una fauna endémica dominada por las aves, muchas de las cuales se han extinguido tras la llegada de los humanos y los mamíferos que introdujeron sin ningún control. El aislamiento geográfico de 100 millones de años y la biogeografía de las islas son los responsables de la variedad única de especies vegetales y animales del país. Es por ello que el país tiene un control férreo a la entrada de cualquier ser vivo en su territorio.

La isla Sur es la masa de tierra más grande de Nueva Zelanda y está dividida a lo largo por los Alpes del Sur, con picos de más de 3000 metros. Las partes más altas de esta isla están cubiertas por bosques, protegidos por varios parques nacionales como los de Abel Tasman. La isla Norte está marcada por el vulcanismo. La zona volcánica de Taupo, una gran meseta volcánica, sigue siendo muy activa.

El clima en todo el país es templado, principalmente oceánico, con temperaturas anuales medias que van desde los 10 °C en el sur, hasta los 16 °C en el norte.

En la isla Norte no dejes de visitar Auckland, la ciudad más grande del país, las cuevas de Waitomo, los geiseres y centros termales en Rotorua o su capital Wellington. El paisaje y fisonomía de la isla Sur cambia radicalmente, encontraremos paisajes espectaculares como los del fiordo Milford Sound, la ciudad capital del deporte de aventura de Queenstown, los glaciares Fox y Franz Josef o la ciudad de Christchurch.